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Es un gimnasio al sur de la ciudad de México, donde los rayos del sol comienzan a sentirse mientras que al interior de éste, el ambiente ya está cargado de una sensación de adrenalina, ajetreo, de sudor, esfuerzo y empeño que se combina con frases de ánimo:
¡Venga… vamos, échenle más… Andrea, eso es Miriam… vamos Vannesa… Échale más… Vamos chicas…!
Provienen de un grupo de mujeres quienes practican intensos ejercicios, los cuales les permitirán mejorar sus técnicas para levantarse vencedoras del tatami. Estamos con la selección femenil de judo, en las instalaciones de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade).
Este equipo nacional, está integrado por atletas provenientes de diferentes estados de la república, las cuales son dirigidas por Dayma Beltrán y Nidia Cordero, quienes enérgicas dan instrucciones en la primera parte de la doble sesión de entrenamiento de cara al Campeonato Panamericano, a realizarse del 24 al 26 de abril en Edmonton Canadá, el cual dará más punto incluso que un Campeonato Mundial o un Grand Slam, de ahí su importancia.
Son poco después de las 10:00 de la mañana.
¡Vamos Liliana, dale fuerte Mónica… vamos Edna… qué pasó Jeniffer, échale más!
Ahora son los gritos de las mismas seleccionadas que lanzan para animar a una de sus compañeras, quienes aplican y se esfuerzan por hacer de la mejor manera una técnica en una de las áreas de entrenamiento.
Sólo 10 segundos pasan y su relevo está lista para sustituirla con el sudor cayendo de su rostro, pero con el ánimo cada vez más arriba. Pasa una por una hasta completar dos veces el ejercicio cada atleta.
La que sale, pasa a otra sección donde corre en línea recta a lo largo de tres metros entre dos conos de señalización, realiza un “salto del tigre” para evitar uno de éstos y regresa para volver a repetirlo con el cono del otro extremo; no se detiene hasta escuchar el silbato, momento preciso para que le sea tomado su latido cardiaco.
La última en realizarlo es Vanessa Zambotti, a quien las entrenadoras le tienen reservado un doble esfuerzo, porque no es con una, sino con dos de sus compañeras con quienes debe practicar, y de inmediato, sus colegas se abalanzan sobre ella para sujetarla de su judogi, y con mucho esfuerzo la mueven en círculos de izquierda a derecha, le dan círculos, mientras que la medallista en Juegos Centroamericanos Veracruz 2015 se resiste y lucha, hasta que suena el silbato y con ello la señal de descanso, solo de unos instantes.
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Pasan unos minutos, suficientes para que las atletas tomen aire, y una de las entrenadoras nacionales gira instrucciones para el siguiente ejercicio que explica:
“…quien esté arriba debe someter con llave, estrangulación, lo que sea. Y para quien está bajo debe impedirlo. La que sale no se enganche”.
Las seleccionadas nacionales, algunas con judoguis en color azul y blanco, se dividen en dos grupos; uno de ellos es supervisado por Nidia Cordero y otro por Dayma Beltrán, quienes dan instrucciones para que apliquen una técnica o se liberen de otra.
Tras ser sometida, a una seleccionada se le escapada susurrar: “ya no puedo”. Para su mala fortuna es escuchada por Dayma Beltrán, quien con voz directa y sería la reprende:
“¡ya no puedes?, ¡acaso esa es tu mentalidad?”.
Todas las demás escuchan pero guardan silencio y siguen en su tarea. La atleta que expreso las palabras no dice nada, sin replicar, de inmediato aplica toda su energía en el ejercicio… hasta liberarse.
Toca el turno a Zambotti, es la última y ocupa el lugar de una de sus compañeras. Pero una vez más, las entrenadoras le tienen guardado un trato ‘especial’, porque primero tendrá que lidiar con dos rivales; y por último, debe hacerlo contra tres. Son 10 segundos que parecen detenerse, y es el tiempo que el trío debe hacer su mayor esfuerzo para lograr voltear a Vanessa, quien a su vez hace todo lo posible por evitarlo en una verdadera lucha.
El primer grupo suda, pero aplica algunas técnicas hasta que logran moverla. Zambotti resiste y hace caso a las indicaciones de su entrenadora, al tiempo que escucha los gritos de aliento de sus compañeras para que no le ganen.
Terminan los primeros 10 segundos y toca el turno al segundo grupo que ya está “al acecho” para al sonido del silbato, sujetar a la contrincante en un instante, se giran, gimen, pujan. No se sabe quién está arriba o abajo, todas están abrazadas tratando de ganar.
La originaria de Parral Chihuahua, suda y grita como reflejo de su esfuerzo por impedir que sus compañeras logren su cometido; pero aún falta más. Antes del silbatazo, el tercer grupo ya está en alerta para irse encima, lo cual hacen apenas reciben la indicación y enfrascarse en otra lucha de tres contra una, hasta que se escucha el silbato y con ello concluye el ejercicio.
Tendida sobre el tatami, con voz jadeante de satisfacción, Zambotti expresa:
“¡Ah, me crucificaron!”.
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Tarda unos instantes en reponerse y estar nuevamente de pie, para enseguida formarse junto con el resto de sus compañeras.
Con el respeto y solemnidad característica de toda artista marcial, cada una arregla su uniforme al tiempo que se alinean para el saludo final, donde una breve meditación es determinante para repasar aciertos y errores.
Ya de pie, pasan a darse el saludo final, mientras que atentas escuchan las últimas indicaciones de sus entrenadoras:
“Buen entrenamiento, salimos por la mañana”.
Ese día, la Selección Mexicana Femenil de Judo dio por terminada la primera de dos sesiones de entrenamiento del día, donde sólo tiene en mente subir a lo más del pódium en su siguiente justa: el Campeonato Panamericano en Canadá.
ME INTERESA SEGUIR TODO ACERCA DEL JUDO
Vamos judocas , seleccionadas nacional, con todo por esas medallas, en Canadá , son ustedes el orgullo de sus familias, de su ciudad de su estado y de México, vamos a ganar echenle valor a cada combate ustedes pueden, saludos que estén bien