Honor, respeto, lealtad, equilibrio, valor… son algunas de la cualidades que se buscan y aprecian en una persona que, luego de años de entrenamiento, dice vivir por y para las artes marciales.
No se tratan de palabras “dichas solo por decir”, sino de toda una filosofía de vida que puede aplicar y reflejarse de muchas maneras en la vida cotidiana de aquellas personas que deciden vivir su vida de una manera especial e iniciar un Sendero de una manera muy personal.
Sus bases pueden encontrarse en las filosofías Zen, Taoísta, Confusionista, sintoísta, el Bushido, o hasta el mismo Cristianismo antiguo y todas las enseñanzas de los guerreros de la antigüedad, incluidos los prehispánicos, que tenían por base las disciplinas y enseñanzas espirituales para acceder al conocimiento que lleve a un equilibrio entre materia, mente y espíritu, la cual a su vez da paso a la paz y armonía interna con uno mismo y con toda la creación.
Aunque las diferentes filosofías tienen sus reglas, dogmas y leyes, en las artes marciales su camino es el control del cuerpo y emociones a través de ejercicios que fortalezcan la determinación, el cuerpo y la mente, que a su vez, despiertan sensaciones, sentidos y facultades desconocidas para el iniciado en estas disciplinas.
Estas mismas características son algunas diferencias entre un arte marcial y un deporte, por más extremo que diga ser, ya que en el primero todo es una etapa para adquirir conocimientos y la superación a lo largo de toda la vida, mientras que en el segundo todo se enfoca en la competencia hasta determinada edad.
En esta sección no esperamos tener la aceptación o el rechazo, este no es el final ni un dogma, sino el compartir lo que el mismo Sendero nos muestra en su recorrido…
Foto: Archivo ©Sendero Artes Marciales.