Luego de conocer la mitad de un día normal dentro del templo de Wudang, retomamos en esta segunda parte las actividades que se viven en su interior para conocer y aprender los secretos del Wushu o Kung Fu…
Por Leonel Pedraza
Colaborador especial desde un templo en China
Wudang, China, sept., 2014.- Después de otro descanso de treinta minutos, con otro silbato comienza la clase de la tarde, que es de 17:30 a 18:30 horas, en esta clase de nuevo cada quien practica sus formas individuales.
Esta es una de las sesiones más especiales, ya que es el tiempo en que se nos enseñan muchas de las aplicaciones reales de las formas que cada quien practica, lo cual hace realmente especial e interesante esta clase.
Al terminar esta clase, los niños ya están de regreso de la escuela, así que cuando llegan, nos sirven la cena que de nuevo consiste en arroz blanco y diferentes guisos.
A las 20:00 horas, comienza la última clase, y al igual que en la mañana, los escolares vuelven a entrenar técnicas de pateo, elasticidad y su formas, mientras que los adultos tenemos esta hora para practicar nuestros ejercicios de Qigong y meditación, o continuar con nuestras formas.
Para finalizar el día han pasado tantas horas de duro entrenamiento, que solo queda energía para revisar rápidamente los e-mails y alistarse a dormir, ya que también las luces deben apagarse a las 22 horas, siendo las últimas de la noche antes de que todo sea tranquila oscuridad.
Este es nuestro horario de martes a domingo, y solamente los lunes tenemos el día completamente libre para poder descansar o ir a conocer los templos de la montaña.
Es un horario bastante estricto, y la vida aquí está llena de simpleza, sin lujos ni comodidades, envueltos en la naturaleza y la tranquilidad que ella provee; es el lugar y la atmósfera perfectas para una práctica con la mayor concentración.
Haber tomado la oportunidad de vivir este arte marcial en su lugar de origen ha sido realmente importante para mi,. En el tiempo que he pasado aquí, he sentido como crece mi kung fu, y la cantidad de conocimiento que he obtenido de mi Shifu es algo que me da una gran satisfacción.
Aunque esto no ha sido nada fácil, he disfrutado cada segundo en este lugar, es una experiencia única en la vida que no cambiaría por nada.
Uno de los escritos de Lao Zi, el padre del Daoísmo, dice: “Conocer a los otros es inteligencia, conocerse a sí mismo es verdadera sabiduría; dominar a los otros es fuerza, dominarse a uno mismo es poder verdadero…”.
Fotos: Leonel Pedraza González
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