Visita al Maestro Yutaka Yaguchi, uno de los grandes del Karate: Álvaro Ruiz (2ª parte)

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Visita al Maestro Yutaka Yaguchi, uno de los grandes del Karate_Álvaro Ruiz (2ª parte)

En esta 2ª parte del artículo “Visita al Maestro Yutaka Yaguchi, uno de los grandes del Karate”, Shihan Álvaro Ruiz Muñoz nos narra cómo fue su encuentro con uno de los maestros más importantes de esta disciplina, luego de entrenar en el dojo de la International Shotokan Karate Federation (ISKF) e ir a visitarlo en su hogar en los Estados Unidos.

(Lee la 1ª parte en este enlace Visita al Maestro Yutaka Yaguchi, uno de los grandes del Karate: Álvaro Ruiz)

“Visita al Maestro Yutaka Yaguchi, uno de los grandes del Karate”: Álvaro Ruiz Muñoz

(2ª parte)

Yukiko y Lucy decidieron entrenar por la mañana y fueron al dojo con compañeros de ISKF del Dojo Denver. Desde ahí se fueron a la casa del Sensei. Nosotros nos quedamos en casa de Lucy y después de desayunar, nos dirigimos a casa del maestro Yaguchi con Howard, pareja de Yukiko, quien resultó ser una magnífica persona. Quedamos de encontrarnos todos los invitados a las 10 de la mañana con Jeff y Kim Weber, además de Yukiko y Lucy.

Fuimos los primeros en llegar a casa del maestro Yaguchi, quien se asomó por su ventana y poco después abrió la puerta y salió a recibirnos.

Al vernos, en tono de broma preguntó: ¿quiénes son ustedes? Jajaja. No había perdido su sentido del humor. Estaba sin zapatos y antes de entrar a su casa, la primera acción que hicimos fue descalzamos. La señora Yaguchi estaba en la sala esperándonos sentada, viendo televisión de un canal japonés, nos dio una calurosa y afectuosa bienvenida.

Poco tiempo después llegaron Kim y Jeff Weber, Yukiko y Lucy. Yukiko hizo la traducción del inglés y del español al japonés para la familia Yaguchi y en sentido contrario para nosotros.

Entregamos algunos presentes y regalos que llevamos desde México para el Sensei Yaguchi y para su esposa. Yukiko y la familia Yaguchi nos dieron a Alma y a mí una sorpresa. Tenían listo un regalo para nosotros ya que ese año cumplimos 60 años ambos, pues nacimos en el año del tigre, es decir en 1962, y llegamos a las seis décadas.

Un chaleco rojo y un sombrero para alma y una gorra para mí, con una hermosa carta dirigida a nosotros por cumplir un ciclo más del calendario chino. Por momentos no sentimos abrumados, este gesto nos llenó de emoción y nuestros corazones vibraron fuertemente, nos quedamos callados todos los presentes, un silencio breve y emotivo marcó ese momento sublime.

Después, todos nos felicitaron, nos abrazaron la señora Yaguchi y el sensei Yaguchi. Yukiko y Howard, Kim y Jeff, Lucy. Casi lloramos, nos hicieron sentir realmente muy emocionados con tanta gentileza y cariño.

Poco después, Sensei Yaguchi nos invitó a pasar a su dojo, ubicado en la parte baja de su casa. Lo recorrimos libremente y observamos sus fotografías, diplomas que marcaron la vida del Sensei, como su diploma de primer Dan otorgado y firmado por el maestro Gichin Funakoshi.

Fotos de sus amigos como el Sensei Asai y el Sensei Takashina, ambos ya fallecidos. Una foto me llenó de alegría, fue una imagen de la Federación Japonesa de Karate en la que en un mapa del mundo puso las fotos de los Sensei que salieron de Japón para promover y difundir la enseñanza del Karate en diferentes regiones del planeta. Vi en ese cartel fotos de grandes maestros de Shotokan: Nishiyama, Okazaki, Kanazawa, Mikami, Enoeda, Ochi y, por supuesto, el maestro Yaguchi. Había también fotos de maestros de los otros estilos de karate como Shito Ryu, Goju Ryu y Wado Ryu. Sin duda alguna, era un cartel con mucha historia.

El maestro respondió a las preguntas que algunos hicimos respecto a estos objetos y una vez recorrido el dojo, el Sensei nos dio tiempo para hacer preguntas de carácter técnico. Kim Weber de inmediato aprovechó la oportunidad y preguntó acerca de la Kata Chinte, a lo que el maestro respondió diligentemente; otro tema fue respecto a una situación administrativa de ISKF, y el maestro dio su punto de vista.

Cuando llegó mi oportunidad, también hice una pregunta acerca de la Kata Bassai sho, el sensei además de dar respuesta me dijo de inmediato: “Tú eres un karateka muy serio Álvaro y ya deberías tener un grado más” (ahora tengo 7º Dan). Le comenté qué había un tiempo de espera para hacer mi próximo examen y él me respondió que esa es una recomendación que existe, pero, hay casos, como el mío, en donde es evidente que ese tiempo de espera no es necesario, y comentó “yo siempre he tenido el criterio y la mente abierta para casos como el tuyo”.

Terminó diciendo: si la mente y el corazón de quien está al frente de ISKF (haciendo referencia al Sensei Hiroyoshi) están abiertos no deberías tener problema. Fue la segunda ocasión que el maestro Yaguchi me ha hecho esta distinción. Fue y es un honor recibir estas palabras de parte del maestro. Me sentí muy afortunado y agradecí al Sensei. Al terminar las preguntas, aprovechamos y sacamos algunas fotos de este momento.

Después, fuimos todos a tomar el lunch, la señora Yaguchi ya tenía lista una reservación en un restaurante de comida japonesa. Ella misma pidió cerveza Sapporo para todos y también sugirió el menú. Todo resultó de muy buen gusto, comimos, bebimos y platicamos muy a gusto.

El maestro comentó que no quería hablar de su decisión de dejar la ISKF -él está ahora en JKA- y también nos comentó que no tomaría ningún dojo o país a su cargo. Sin embargo, si yo lo deseaba, podría hacer recomendación con Sensei Naka.

Cuando pedimos la cuenta y nos alistamos para pagar, la señora Yaguchi anticipó nuestra intención e hizo el pago de todos al tempo de decirnos que éramos sus invitados. Al terminar nuestra convivencia y despedirnos del maestro me regaló palabras que sigo apreciando enormemente: “cuando quieras o necesites, no dudes en llamarme”.

La señora Yaguchi se despidió de nosotros con un fuerte abrazo, respondimos con mucho cariño y le expresamos y demostramos nuestro amor hacia ella. ¡Vaya momento más maravilloso que Alma y yo tuvimos!

Al día siguiente, repetimos clase otra vez en el Dojo de ISKF, muy parecido todo el protocolo. Alma se resintió de una vieja lesión de su rodilla y decidió no entrenar, yo estaba muy dispuesto, estaba más descansado y entrenamos con las mismas ganas, con el mismo espíritu. De nuevo una clase muy tradicional: kihon, aplicaciones, kumite y kata.

El kumite siempre tiene un sabor especial. Nos formaron a los de mayor grado en una línea y Sensei Dale indicó a los demás que escogiéramos con quien deseábamos pelear. Hice cuatro kumites, los compañeros de Denver se alinearon uno tras otro conmigo. Primero un compañero de aproximadamente 2 metros de estatura; luego, otro de menor estatura que el anterior y más joven que yo (jajaja, a esta edad la mayoría son más jóvenes que yo). Otro kumite con un compañero también más joven, pero más alto y delgado que yo y, finalmente, uno de mi estatura (soy muy bajo, así que casi siempre tengo esa “desventaja”). Con todos ellos realicé mi kumite con entusiasmo, respeto y control. Buen entrenamiento, me sentí a gusto con el trabajo que hice de mi distancia y tiempo, respondió el cuerpo bien.

Finalizamos la clase con tres Katas más, a elección personal. Nuevamente termine cansado.

Fuimos a comer en casa de Lucy, quien ya tenía preparado todos los ingredientes para cocinar y entre todos colaboramos y terminamos comiendo delicioso.

Salimos a hacer algunas compras y amablemente Lucy nos llevó de ida y regreso. Ya cerca anochecer nos preparamos para hacer la última visita a la familia de un par de alumnas (Lorenza y Valentina Salinas) quienes durante la pandemia de COVID se establecieron en Denver. Sus padres, con quien tengo una buena relación desde que empezaron a entrenar kárate conmigo y sus dos hijas, nos recibieron y atendieron cálidamente y entre pláticas y anécdotas muy divertidas cenamos estupendamente.

Regresamos alrededor de las 10 de la noche a casa de Lucy y preparamos maletas para nuestro regreso a México. Alma y yo tuvimos una experiencia inolvidable en este viaje.

Después de una larga reflexión me quedé pensando en las palabras que el maestro Yaguchi me comento personalmente. El nexo con este admirable Sensei es inquebrantable… pero mi corazón está en la ISKF.

 

Fotos: Cortesía Shihan Álvaro Ruiz Muñoz.

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