Historias de Karate, relatos de un Sensei: Jorge Noceda Moreno (1a parte)

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Con esta publicación, damos inicio a una serie de relatos por parte de Shihan Juan Jorge Noceda Moreno, uno de los maestros que ha sido parte esencial en la Historia del Karate en México, donde con relatos de anécdotas, datos y hechos que vivió, se abordan, aspectos de una vida entregada en este sendero del Camino de la Mano Vacía.

“Historias de Karate, relatos de un Sensei…”* arranca con una larga y agradable charla de café, donde amablemente accedió a platicar sobre su trayectoria de más de 50 años en la práctica del Karate.

En la actualidad, Shihan Noceda cuenta con el grado de Cinta Negra 7° Dan y es representante en México de la International Shotokan Karate Federation (ISKF), una de las organización más importante en el mundo.

Shihan Jorge Noceda Moreno, en entrevista. Foto Álvaro Ruiz.

Para quien hoy en día lo conoce, sabe que es un maestro respetado, tanto en México como en otras partes del mundo, y no podría imaginarse que en su adolescencia, allá por la década de los años 70’s del siglo pasado, fue un estudiante rebelde, de cabello largo, cohibido y poco comunicativo.

Como muchos jóvenes de su época, las secuelas de la represión ocurrida contra los estudiantes en 1968, particularmente la “Matanza de Tlatelolco”, aun les pesaba por el solo deseo de superarse y lograr un cambio positivo en la sociedad.

Entre sorbos de café, Shihan Jorge Noceda comenta que, en este ambiente inició sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria, de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde por su manera de vestir, su cabello largo y manera de ser, constantemente tenía problemas con los “porros”, que pretendían raparlo, por lo que frecuentemente terminaba liándose a golpes…

Pero mejor dejemos que Shihan Juan Jorge Noceda Moreno, nos relate su historia del por qué y cómo se inició en el Karate…

El descubrimiento

“A los 17 años, ingresé a la Escuela Nacional Preparatoria número 6, de Coyoacán, todos los días me peleaba porque los porros me querían cortar el cabello. Yo lo usaba así porque era la moda en aquel tiempo, de los hippies, era 1970, además de que era un símbolo de rebeldía por todo lo que había ocurrido.

Entonces, mi madre y mi padre estaban preocupados y decidieron que yo tenía que aprender algo para defenderme, para que así dejara de llegar con los ojos morados y todo golpeado.

No sabíamos que existía el karate, en aquel tiempo el judo era el arte marcial que estaba en México y del que teníamos conocimiento; y un día, caminando enfrente de la Alberca Olímpica, sobre la Avenida División de Norte, mi madre y yo nos quedamos sorprendidos al ver algo que se nos hizo sorprendente.

Había una construcción, con algo como un medio sótano, donde en la parte de abajo eran oficinas y en la de arriba un área con cristales muy grandes, y ahí estaba… lo que fue la primera filial de la Japan Karate Association (JKA) en México.

Yo nunca había visto el karate, solo el judo. Nunca lo había visto y mirar a todos los del grupo tirando patadas, en especial la lateral, me llamó mucho la atención y, como nunca había visto eso, se me hizo sorprendente. Era algo inusitado que estuvieran usando las piernas para patear de esa forma, las manos para defender, que estuvieran sin guantes… pero me encantó.

Nos quedamos sorprendidos, admirados. Sin pensarlo mucho, ese mismo día mi madre me tomó de la mano y me inscribió, me compró el karategi, y entré para iniciar en el karate. Y ya con el uniforme puesto, me vi y sentí extraño.

Primer clase… el refugio

Coincidió que ese fue el primer día que dio clase el Sensei Kenshiro Majima, quien fue el primer instructor “First Class” de la 1a generación de Instructores de la JKA, que venía directamente de Japón, invitado por el maestro, Hiroshi Matsuura, quien era uno de los socios de ese dojo.

Ese día comenzó el maestro Majima a dar clases y yo inicié, como se acostumbraba, con un auxiliar Cinta Negra, quien me encaminó en la práctica del karate.

Fue estupendo encontrar algo donde había disciplina, pero con una actividad física, porque me gustaba mucho el deporte. Estuve un tiempo en el Instituto Politécnico Nacional y ahí jugué fútbol americano y soccer y me encantaba ejercitarme.

Recuerdo mi primera clase de karate, con el auxiliar, quien me enseñó cómo cerrar el puño, cómo atacar, la manera de defenderme, cómo mover las piernas, las posiciones. Pero también me acuerdo mucho que me distraía para ver a los que estaban más avanzados, cómo se movían y qué hacían.

El karate para mi fue un refugio, para todo eso que yo tenía dentro como adolescente y joven rebelde, porque eso era en realidad, porque acaba de pasar el movimiento del 68 y las demás situaciones que yo condenaba; además de que lo expresaba en mi forma de ser, lo hacía con la música de protesta, el rock, a través de tocar la guitarra, con la pintura, con muchos aspectos de lo que se vivía en la sociedad de aquél entonces.

Siendo rebelde como era, el único conflicto que tuve con la disciplina del karate fue el de tener el cabello largo, era mi símbolo de rebeldía. El maestro Matsuura tenia el cabello cortado a la brosh (o sea cortito), y siempre me decía: “Noceda, el cabello”.

Yo era necio en ese sentido, y siento que hasta que el Sensei se cansó y ha de haber dicho, “pues úsalo así”.

El cabello largo era un símbolo que tenía de rebeldía; tal vez por lo que no podía expresar a través de las palabras. Siempre fui muy obediente, muy correcto con el maestro, por la educación de mis padres que nunca fueron agresivos, nunca me pegaron, pero sí me enseñaron que las cosas hay que hacerlas, que hay que obedecer, respetar y que si uno quiere hacer algo en la vida, hay que terminar las cosas, porque a veces nos cansamos y decimos: ya no puedo; pero en la vida hay que terminar las cosas e ir por otros proyectos.

Continuará…


*”Historias de Karate, relatos de un Sensei…” surgió luego de una plática entre Sensei Álvaro Ruiz Muñoz, miembro de la directiva y tesorero de la ISKF-México, respecto a la importancia de recuperar historias relacionadas con el Karate Do y Sensei que han sido parte importante y aportado un legado para el arte marcial, más allá de los aspectos deportivos.

Con ello, deseamos destacar sus trayectorias y conocerlos como son, grandes maestros y personas.

 

Imágenes: Cortesía.

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